Don Manuel Valdés llegó muy joven a Temuco desde Cauquenes a ayudar a un tío en el desaparecido restaurante El pozo de oro en la feria Pinto. En 1982 se empezó a hacer cargo de su propio negocio, un expendio de bebidas alcohólicas ubicado en los alrededores de la feria que fue evolucionando hasta ser la cantina que es hoy. Desde un comienzo, don Manuel supo que quería alimentar su bodega y servir a su clientela con los productos derivados de la uva que él, como maulino, conocía tan bien. Así comenzó a viajar anualmente al Melozal a buscar chicha de uva, pipeño tinto y blanco y vino, que vende para servir y para llevar hasta el día de hoy. Por su origen, los clientes le decían “el huaso” y así quedó nombrada también su cantina. Con paredes y piso de madera, con mobiliario que proviene de los negocios que antes poblaban el sector y que fueron cerrando, un wurlitzer muy económico, y javas de cerveza empotradas unas sobre otras en todos los rincones, esta cantina de Temuco es una auténtica joya estética. Y el carácter afable de don Manuel hace que su clientela se mantenga leal y siempre quiera volver.